miércoles, 18 de mayo de 2011

Las trampas de la privatización

James Petras y Steve Vieux


Introducción

La privatización de empresas públicas y recursos ha alcanzado proporciones de epidemia en América Latina. Todos y cada uno de los sectores han sido afectados (carreteras, recursos naturales, zoológicos, parques, plantas productoras de acero, servicios públicos y redes de telecomunicaciones). El propósito de este trabajo es analizar el significado más profundo de la privatización, observándola desde un marco estructural e histórico amplio. Esto implica el análisis crítico de los supuestos relativos al origen y crecimiento de las empresas públicas, así como las causas internas y externas que dieron origen a la crisis del sector público. A ello le sigue un análisis de la privatización y sus consecuencias sociopolíticas y económicas. En la parte final se discutirán opciones tanto para las empresas que estuvieron en manos del sector público como para las privatizaciones actuales.
En este ensayo se discuten varias tesis. La primera es que la privatización en América Latina no es una idea económica aislada, por el contrario está vinculada con fuerzas políticas más amplias que actúan a través de aparatos coercitivos locales, que no son producto de la "racionalidad del mercado.
Segunda, que el crecimiento de las empresas públicas fue una respuesta al fracaso y crisis de regímenes de libre mercado anteriores. Es decir, el desarrollo de la empresa pública fue principalmente una respuesta pragmática ante la crisis y la necesidad, más que producto de consignas ideológicas.
Tercera, la crisis de la empresa pública es, en gran medida, un producto del fracaso de las corporaciones del sector público al no satisfacer la demanda, y el estilo político de los políticos capitalistas.
Cuarto, la privatización se basa en dos cambios: lo ideológico y la estructura de clase. Su impacto ha minado los gobiernos representativos locales y ha disparado el autoritarismo.
Quinta, la privatización en lugar de "corregir" los males causados por la intervención del estado (monopolios y costos del servicio elevados) los ha profundizado al crear una estructura económica ajena a las necesidades de los usuarios nacionales y los grupos menos favorecidos de la "sociedad civil".
Este ensayo concluye señalando una serie de alternativas a la privatización en la que las relaciones entre lo público-privado resultan compatibles con las necesidades de las mayorías nacionales.



Orígenes de la privatización
La privatización no es un fenómeno resultante de las circunstancias locales en un marco de tiempo limitado (como fue el caso durante las décadas de 1960 y 1970). En este momento hay que entender la privatización como parte de una estrategia mundial que tiene sus raíces en el ataque a la sociedad civil y las políticas democráticas. Hoy día, la privatización se desarrolla con la égida de los bancos "internacionales" que están bajo el control imperial, de sus asesores y agencias gubernamentales, que son quienes idean los programas, deciden los precios e identifican a los compradores potenciales. El marco temporal y alcance de la privatización están dictados por los súperpoderes económicos imperiales cuya prioridad es culminarlos a toda costa, para que, en el menor tiempo posible, se transfiera toda propiedad; de tal manera que la transición hacia el capitalismo neoliberal sea irreversible. La privatización es ante todo una acción política, que tiene poco o muy poco "valor intrínseco" como estrategia económica nacional, por lo que, en efecto, no hace nada para generar nuevos empleos, ni incrementar el nivel de ahorro e inversión, y no crea nuevas fuerza productivas. La estrategia privatizadora del centro imperial tiene como primer objetivo homogeneizar cada región de la economía mundial sujeta a su penetración, a la vez que diferencia el acceso al mercado mundial de acuerdo con la capacidad productiva de cada región. Entonces, el proceso de privatización no es principalmente o inicialmente un medio para apoderarse de las empresas y penetrar en los mercados, sino eliminar estructuras de producción alternas que pudiesen competir o incluso desafiar al imperio en su dominio mundial. Esta es la razón por la cual el comportamiento tan desastroso de las economías privatizadas no resulta molesto para los que tienen a su cargo, en el imperio, el diseño de políticas, sino el tiempo y alcance de la privatización. Una vez que se tiene una economía privatizada, se puede cosechar el fruto de esa política, esto es, las cerezas que no son otra cosa que empresas lucrativas o la captura de mercados, sin temor a los "nacionalistas" o a la "resaca socialista".
Las agencias del imperio inducen la privatización apoyando financiera, ideológica y políticamente a regímenes militares (en América Latina) o procesos electorales (en países de Europa del Este y la ex Unión Soviética). Los procesos de privatización bajo los regímenes militares o civiles siguen, generalmente, los mismos procedimientos (decretos de sus poderes ejecutivos, con o sin la aprobación de sus respectivos parlamentos o congresos). El proceso de privatización relega a un papel marginal a las organizaciones sociales y movimientos ciudadanos. Los despidos masivos, el cierre de industrias productivas, la conversión de empresas manufactureras a importadoras, tiene como consecuencia la reducción de trabajadores sindicalizados bien pagados, el crecimiento del trabajo irregular en el sector informal y el crecimiento de empleados que reciben bajos salarios. Para contener los efectos sociales, los regímenes y bancos imperiales alientan el surgimiento de organizaciones no gubernamentales para absorber las poblaciones en actividades locales que se ubican en los intersticios de la economía dominada por las multinacionales, los bancos y el sector exportador. Las ONG contribuyen a debilitar a los movimientos cívicos y sociales en su lucha para confrontar el modelo neoliberal impuesto por los centros imperiales.
Lo irónico es la convergencia de la retórica de los bancos imperiales sobre el "mercado" y la ideología de la "sociedad civil" de las ONG; que minan las luchas colectivas por el cambio social y el papel positivo que desempeñan los estados nacionales.
Entonces, el avance de la privatización es parte de la estrategia mundial para la construcción del imperio en un periodo de contrarrevolución en el Tercer Mundo y el colapso del comunismo en el Este.
Privatización y desnacionalización
Generalmente se asocia a la privatización con la desnacionalización de la economía. Ambas políticas son objetivos estratégicos de los súperpoderes económicos para conquistar la economía e instalar su hegemonía en la "sociedad civil". Todo el periodo posterior a la Segunda Guerra Mundial estuvo dominado por los esfuerzos que desarrollaron los países occidentales para imponer una política de libre mercado que se opusiera a los regímenes nacionalistas y socialistas, para ello restringieron el acceso al capital extranjero. La privatización formó parte de un proceso general para hacer retroceder la seguridad social y concentrar el ingreso. En lugar de transferir el ingreso de las corporaciones privadas, por medio de los programas públicos de seguridad social, hacia los salarios de los trabajadores, la privatización implica la transferencia de la propiedad pública y las empresas financiadas con los impuestos de los contribuyentes a las corporaciones privadas. La "matriz privatizadora" que involucra actores internacionales, asesores externos y financiamiento foráneo lleva inevitablemente a la inclusión de capital extranjero, como un agente necesario para la "privatización". El tamaño de las empresas, los esfuerzos para "internacionalizar los mercados", incrementar el acceso a recursos financieros foráneos y la influencia política, o de las corporaciones multinacionales, tiene como resultado que la privatización se convierta en sinónimo de desnacionalización.

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